Los cuentos de castillos y princesas siempre tienen finales felices

 


La semana pasada fue el cierre de nuestro Pop Up en Alcorta. 

Todo tiene un final, como dice la canción, y yo no puedo estar más nostálgica.

Fue muy loco cómo se dio este evento… 




Para el primer Pop Up de Luna nos habíamos obsesionado con la idea de hacerlo en una peluquería de barrio. Miru recorrió Belgrano, Saavedra, Almagro, Once en busca de esa esquina con vidrios gastados, luces de tubo, fotos enmarcadas de señoras platinadas de película. Pero por una cosa o por otra no se pudo dar.

Hace unas semanas me escribió Celina. 

Ella es artista que tiene una obra performática inspirada en una peluquería y de repente la cosa no pudo tener mas sentido. Es quizás la experiencia más divertida y alineada con los sueños que tengo para Luna. 



Celina tiene su propio logo de Celini —como se llama la peluquería—, su silla tapizada de peluche y nubes, un espejo de fantasía y un tocador con su manifiesto, que voy a pegar acá más abajo.








 Las chicas se sentaban en su silla mágica, se miraban en el espejo y cual portal a una escena de Hannah Montana, Celina les cortaba el pelo. 





Su presencia viraba entre hada madrina de la moda y peluquera profesional.






 



Bailé con Super de Bb Tricks y me emocioné con Todos me miran de Gloria Trevi
Veía a Qiri musicalizando cual pop star muñeca entre los maniquíes, con un champagne rosa y su lápiz labial al lado de la bandeja; mis amigas probándose las pelucas del local, mis compañeras de trabajo cortándose el pelo, y yo solo podía pensar en lo lindo que es hacer algo por y para las chicas. 




Algo que genuinamente me atraviesa en cada sentido. La estrategia comercial vendrá después…












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